En la actualidad, donde el futuro de la humanidad es amenazado por las consecuencias del cambio climático y los desastres naturales. Mujeres, hombres y jóvenes alzan su voz y se ponen en primera fila para defender y conservar el medio ambiente mediante el uso del bambú.
El bambú o caña guadúa es un recurso natural representativo en territorio manabita. Por siglos ha estado ligado a la naturaleza, a la cultura y al desarrollo de esta región. En esta provincia, rodeada de un clima subtropical entre seco y húmedo, se localizan aproximadamente 145.000 hectáreas de bambú, que pintan y engalanan de una tonalidad verde cada rincón de este lugar.
En este punto del país, en los cantones El Carmen y Pedernales, se desarrollan desde el mes de abril las “Escuelas de Campo para el manejo sostenible del bambú”. Esta iniciativa forma parte del proyecto “Escuela Taller: Construcciones Sostenibles con bambú”, impulsado por la Organización Internacional del bambú y el Ratán INBAR, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo-AECID, el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Ecuador y el Gobierno Provincial de Manabí.
Las Escuelas del bambú
En medio de la naturaleza, acompañada de los sonidos de las aves que habitan el sector, se levantan en las parroquias Manga del Cura y 10 de agosto de los dos cantones respectivamente, un escenario que tiene como objetivo el empoderamiento de los agricultores manabitas, enseñándoles a gestionar problemas productivos, ambientales y organizativos respecto al bambú.
Siendo cada uno de ellos los protagonistas de su propio desarrollo mediante la versatilidad que ofrece este recurso. “Uno nunca termina de aprender todo, cada día es un aprendizaje más en la vida en lo que ve y en lo que conoce”, manifiesta Ángel Custodio, uno de los participantes del proyecto.
En este lugar, se respeta los conocimientos previos que poseen los asistentes sobre la caña guadúa. El valor agregado es que aprenden técnicas del correcto uso de este recurso, qué tipo de beneficios aporta al medio ambiente y los diversos usos que se puede realizar desde la construcción hasta la fabricación de artesanías.
Aquí los modelos de capacitación que contemplan una metodología rígida en la que se ofrece demasiada información y no es siempre es útil para el beneficiario, están reemplazados por principios en la integración de las novedades a los conocimientos que ya posee el participante, y a las demandas y necesidades que éste tiene en un formato principalmente participativo. “Siempre tratemos, que nosotros seamos los dueños de la acción”, señala Tony Yánguez, quien es el encargado de impartir las temáticas en la Escuela de Campo y responsable de la oficina técnica del Ministerio de Agricultura y Ganadería de El Carmen.
Aunque En estos espacios de formación, no se necesitan pupitres ni pizarra como una escuela convencional, lo que importa es el entusiasmo y la responsabilidad de las personas en cada reunión en territorio para aprender y explorar las ventajas del bambú con alguien que les guía optimizando los recursos.
“Con las capacitaciones que recibimos, ya sabemos limpiar un guadual y mantenerlo así”, indica Maribel Loor, quien junto a su hermano ven esta iniciativa muy buena para extender sus conocimientos sobre el tema. “Esta experiencia es enriquecedora, ayuda mucho a fortalecer la agricultura. Antes esporádicamente limpiaba el guadual, pero no de forma técnica”, añade Jaime Garófalo, quien también forma parte de los asistentes.
A lo largo de las sesiones, los beneficiarios aprenden a realizar diversas actividades respecto al bambú, exploran nuevas novedades y desarrollan nuevas estrategias. Sin embargo, también se convierten en maestros porque enseñan lo que saben al resto de sus compañeros, sintiéndose más respetados y valorados por la comunidad.
Con las escuelas de campo, además de potenciar el desarrollo en la zona, se fomentan valores como el respeto a la diversidad cultural, la igualdad de género, el cuidado y atención al medio ambiente.
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